30.4.13

Con frecuencia me sorprende la perfección con la que mi mente proyecta las imágenes de los momentos que no pasaron. Veo el espectro de los colores, los matices en el iris tus ojos y tu sonrisa torcida mientras nos pasa la tarde bajo el sol, leyendo lo que el otro pensó que no nos podíamos perder. Por poco escucho el sonido de tus dedos cuando marcan la página en donde decidiste salir a la superficie para tomarte un descanso de tus mundos preferidos y comentarlos conmigo. Sin importar cuánto lo intente, nunca distingo los hechos de mis imágenes. Quizás habitás una de esas realidades alternativas que no sé si nunca acontecieron o me arrancaron de las manos. Solamente me queda el holograma de lo que pudo ser. Éramos felices.

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